domingo, 10 de marzo de 2013

Contribuye artista de la plástica avileña a la preservación del medio ambiente mediante el cultivo de los bonsái.




Por: Nayrobi Terri Segrera
Como una de las escenas del filme infantil “Gulliver en el país de los enanos” parece el patio del artista de  la plástica avileña Dimitri Gómez González. Un hombre para quien la naturaleza resulta parte imprescindible   en su vida:
“Yo me gradúe de biología en 1984 pero desde mucho antes ya sentía inclinación por todo el medio natural, es algo intrínseco, para mí una planta, un animal significan mucho por eso todas mis obras tienen un toque ambientalista y el mensaje va  hacia ese sentido de preservación. También soy graduado de la academia de artes  plásticas en 1994.”
Con todas estas herramientas del conocimiento, Dimitri se construyó su micro mundo. Tal es así en un espacio de cinco metros cuadrados aproximadamente, plantó más de 50 especies de árboles como la Ceiba, el Júcaro negro y el Dagame, un árbol de madera preciosa, oriundo de Cuba y                en peligro de extinción, en convivencia armónica con las más de 60 variedades de orquídeas como la Clayeta esquinari, todos convertidos en hermosos bonsáis que alegran la vida de este artista ambientalista.
“Al bonsái llegué de manera autodidacta porque ni siquiera tenía bibliografía para asesorarme. Luego fui perfeccionando la técnica, me fue gustando y ya ves el resultado,  tengo una colección que me satisface mucho pero no estoy conforme porque siempre miro buscando entre las   rocas fósiles como el helecho arborescente que crece en aquella esquina como si estuviera en su propio habitat. También te cuento que trabajar la técnica del bonsái no es tarea fácil.  Se requiere de mucha paciencia y perseverancia para alcanzar resultados alentadores como los que aquí ves. Dos cualidades que debemos tener los seres humanos para vivir en armonía y paz.” 
Mientras dialogábamos bajo la sombra del Dagame, en el otro extremo del pequeño recinto tres patos migratorios de Bahamas y una gallereta de pico rojo, de vez en cuando se introducían en el minúsculo lago quizás para disminuir el efecto de tanto calor.
“Esos patos los salvé después de estar muy mal herido por los cazadores. Tenían muchos perdigones en las alas y el cuerpo pero logré regresarlos a la vida. Ahora estoy a la espera para donarlos al parque zoológico de la provincia bajo la promesa de que lo van a cuidar como ellos merecen porque son ejemplares muy bonitos y valiosos.”   Dice mientras  esboza una sonrisa de satisfacción.
Pero Dimitri Gómez  no pretende mantener sus bonsáis para que lo contemplen amigos y vecinos de la casa sino todo aquel que guste de la   naturaleza por eso creó la Convención del Bonsái que en este 2013 celebrará su TERCERA edición gracias al apoyo que le brindan las instituciones gubernamentales del esta central provincia de Ciego de Ávila. Evento que permitirá la interacción de los amantes de este arte milenario chino que tiene como fin la preservación y reproducción de especies a las que muchas veces el hombre no puede llegar a ver en toda su vida y que son testigos fieles del paso del tiempo sobre la tierra.
De ahí el agradecimiento al accionar diario de este artista que promete volver muy pronto al lienzo pero sólo para demostrar no haber olvidado sus habilidades con el pincel pues agradece el placer infinito que le ofrecen sus plantas.
                                                                           
 
 

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